Un Paraíso Verde Manzana
- Cristina B.G.
- 4 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Las turbulencias del avión resonaban en mis oídos, pero en lo único que podía pensar en ese momento era en los ojos azules que tenía a mi lado, unos ojos distraídos pero fulminantes, una combinación extraña. No le hablé, ni él lo hizo. Entonces me reprogramé y recordé que no venía a enamorarme de un chico, sino del magnífico mundo que se comenzaba a abrir a un lado de mi ventana. ¡Verde! Belleza verde pura, de ésa que te envuelve como tu canción favorita. Lucía perfecta esa mañana, no se había arreglado para mí ni para ninguno de los que estábamos en ese avión, sólo era auténtica, verde, y simplemente hacía radiar a la gente al verla, quitándole suave y gentilmente un fragmento de su vida.
Las escaleras laterales se abrieron y la gente comenzó a amontonarse por ambos lados de las salidas, inquietantes por salir y encontrarse con su próxima aventura o su cotidiana vida, gracias a Dios para mí, iba por la primera.

Al dar el primer paso sabía definitivamente que estaba en otro parte del país, mi dermis lo constataba inmediatamente con el cambio rotundo de clima. Tropical. Piñas, mangos y ropa ligera. No tardamos mucho en ubicar a un taxi que nos pudiera llevar al hotel, desde el mismo aeropuerto lo conseguimos, económico, seguro y hospitalario; nos dejó en frente de nuestro hotel: el hotel Balajú, la opción perfecta si quieres despertar con una vista hacia el encantador malecón, descansar en la alberca después de una caminata y desayunar o comer la mejor comida que puedes hallar en Veracruz. ¿En un hotel? Aunque no lo creas, todas las mañanas el hotel estaba infestado de gente esperando probar el delicioso y variado buffet que el servicio de hotelería incluía "Gratuito" ¿No lo mencioné? Delicia para el paladar. Pero volvamos con el sitio, y chequea bien el itinerario que traes en tu bolsillo. ¿Pocos días? No te preocupes, puedes pasear por el centro de la ciudad en un tranvía turístico que te cuenta a voz de una grabadora los secretos y bondades de Veracruz, por supuesto nada como caminar, pero definitivamente verás que el centro no es lo mejor que tiene el estado.
Treinta y dos grados de clima húmedo y ningún suéter que cargar durante día y noche. Caminar bajo la luz de la luna por el malecón y probar los deliciosos elotes que puedes encontrar en muchos carritos ambulantes y acompañar con deliciosas y picositas salsas caseras a tu gusto, es algo que no te debe faltar en tu pasada por este mágico lugar.
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